Parece que no pasa el tiempo, pero todo llega.
Como a las plantas nos alcanza la sazón y madurez en el transcurso de los días.
Fue en el curso 1970/71 cuando comencé la tarea de Maestro, en el Liceo Sorolla, de la calle Alonso Castrillo en Madrid.
Tuve en aquella ocasión cincuenta y dos niños, sólo niños, porque la coeducación aún tardaría muchos años en llegar, niños de tercero de EGB, (ahora primaria).